lunes, 28 de mayo de 2012

La educación como herramienta de liberación


Por Rubén Castro

El modelo educativo de un país responde siempre a un proyecto político y económico. Por eso la educación puede ser un instrumento de dominación social o una herramienta política de liberación. En nuestra patria así como hubo y hay modelos económico-políticos en disputa, también estuvo y está en disputa el modelo de educación.
Así para la llamada generación del 80, desde un proyecto liberal, era fundamental consolidar un estado reaccionario y al servicio de la oligarquía  asociada al capitalismo británico en expansión a través del modelo agroexportador. Por ello, el sistema educativo se pensó con el doble objetivo de igualar y nivelar a la vez que diferenciar y jerarquizar. Por un lado, se buscó “normalizar” y ordenar a la heterogénea clase popular conformada por una gran masa de inmigrantes, nativos de pueblos originarios y criollos, a través de la escuela primaria, para garantizar mano de obra y construir al “ciudadano argentino”. Por otro lado, se buscó cualificar y diferenciar a las capas dominantes garantizando que sólo éstas tengan acceso a la educación secundaria y superior. En pocas palabras, se buscaba formar los ciudadanos que harían posible el “progreso” de unos pocos contra la barbarie popular.
Con el proyecto popular de Perón y Evita a partir de 1946, se produjeron profundos cambios estructurales en el modelo productivo. La principal actividad económica pasó a ser la industria y el fortalecimiento del mercado interno. El eje fue puesto en el trabajador y en su espacio de sociabilidad y organización política: la fábrica. Esto también se reflejó en el sistema educativo, ya que fue la primera vez que la educación estuvo en estrecha relación con el “mundo del trabajo y del trabajador”: La educación formaba para el trabajo y posibilitaba el ascenso social, mejores condiciones de trabajo y una más justa distribución de la riqueza. El movimiento obrero se constituía así, como el actor político más importante, en un momento en el que se consideraba a la educación y el trabajo como derechos para todos. Procurando la extensión del sistema educativo se crearon escuelas de tiempo parcial, escuelas-fábrica, escuelas de capacitación obrera, escuelas móviles y la histórica Universidad Obrera Nacional, en 1952. De esta manera la educación era pensada desde un modelo integral, con el objetivo de formar un sujeto social trabajador, participativo, crítico y solidario.
A partir de las décadas del 60’ y 70’ las experiencias latinoamericanas de avance popular se expresaron también en una nueva visión de la educación. La educación popular, ante todo, es una lucha del pueblo organizándose por la inclusión y el cumplimiento de sus derechos. En esos años las prácticas y programas fueron impulsados por los gobiernos populares y llevados a cabo generalmente por militantes de las organizaciones políticas (en Argentina, la JP, en Chile el MIR, en Nicaragua, el Ejército Sandinista, etc.) con el importantísimo aporte del pedagogo brasileño Paulo Freire.
Estas iniciativas, así como el modelo de educación integral fueron violentamente interrumpidas por las dictaduras militares que vinieron a romper la matriz productiva centrada en la industrialización. Las políticas neoliberales, tuteladas por el Banco Mundial y el FMI, que se profundizaron en la década del ’90 (desregulación de la economía, liberación del mercado, aumento de la deuda externa estatal, desindustrialización, flexibilización laboral, desempleo, privatización de los servicios públicos, de la educación y la salud, etc.) a la vez que nos sumían en la pobreza y la desigualdad atacaron al sistema de educación público: la escuela debía formar mano de obra barata para un mercado de trabajo que se achicaba a medida que se “abría” la economía. Las principales medidas fueron la privatización y descentralización De esta manera, la responsabilidad financiera fue transferida a los estados provinciales o a organismos privados (empresas, ONG’s). La educación ya no era concebida como un derecho sino como una mercancía a la cual se accede según los recursos individuales; esta concepción va de la mano de la ideología del proyecto neoliberal: el individualismo, ya que el objetivo era formar un sujeto social competitivo, individualista, agudizando las diferencias existentes.
Hoy la educación forma parte, nuevamente, de un proyecto nacional y popular que aspira a incluir a todas y todos: la AUH es un claro ejemplo de ello, como así también las leyes de Educación Nacional, Educación Técnica, la Ley de Financiamiento Educativo, los Programas Conectar Igualdad, Encuentro, FinEs, la creación de nuevas Universidades, etc .
Sin embargo, todo esto no alcanza, porque al haber tenido en nuestro país durante alrededor de treinta años, gobiernos neoliberales, los niveles de desigualdad y exclusión que han quedado son inmensos. Las medidas nombradas anteriormente, aplicadas en estos ocho años, produjeron grandes avances para apalear los problemas que nos han dejado esos gobiernos que respondían a las corporaciones; pero todavía tenemos mucho por hacer para incluir a la gran cantidad de adultos, jóvenes y niños que no ejercen su derecho a la educación. Es necesaria la participación organizada de todo el pueblo para cambiar esta realidad injusta.
Por ello es vital reforzar las líneas de inclusión a la escuela secundaria que impulsa desde el gobierno la compañera Cristina Fernández de Kirchner y a la vez reclamar al estado (que por su estructura resiste estos cambios y no cede fácilmente a las demandas populares) más herramientas para nuestros jóvenes.

Nuestros mejores cuadros iniciaron su militancia entre los 14 y los 16, años. Por ello nos parece imperioso habilitar el apoyo escolar y la alfabetización para los estudiantes de la escuela secundaria, estas herramientas además de restituir derecho en forma colectiva y solidaria ayudan a la creación de centros de estudiantes y fortalecen su inserción  popular. Situan la cuestión la organización,  como parte del proceso de conocer, comprender y transformar la sociedad en la que vivimos.
Solamente la participación organizada de todo el pueblo, puede hacer grande a un país y fuerte a un gobierno.


Hoy, cuando en toda Latinoamérica se discute sobre el modelo de educación como derecho o como privilegio, nosotros como jóvenes debemos partir de esta reivindicación presente y arraigada en nuestro pueblo: la educación es un derecho de todas y todos y sólo puede restituirse de manera colectiva.




Fuente: Movimiento Evita