martes, 27 de marzo de 2012

Liberación o dependencia*


Por Mariano Osuna.
Para honor de nuestro emblema,
para orgullo nacional,
¡brille oh Patria!, en tu diadema
la Argentina perla austral.
(Carlos obligado)

Estos 200 años de revolución inconclusa refleja nuestros sueños de liberación frente a la dependencia, teniendo como columna vertebral las banderas de Justicia Social, Soberanía e Independencia. Repensar la historia en matriz dialéctica liberación-dependencia desde una visión historiográfica donde se le reconozca a la política su lugar central, nos permitirá deconstruir aquella visión oficial mitrista y liberal que hemos aprendido en nuestras aulas. El historiador Norberto Galasso afirma que la Historia es la Política pasada, y la Política es la historia presente.
Estos 200 años la disputa liberación o dependencia se ha materializado entre rivadianos y morenistas, unitarios y federales, conservadores y Irigoyenistas, antiperonistas y peronistas, neoliberales y proyecto nacional, popular y latinoamericano. Los primeros con una visión ligada a las potencias imperialistas y entreguistas, y los segundos con una postura nacional, transformadora, popular, plural y revolucionaria.
Cuando a través de las urnas no han podido destrozar los procesos populares y las conquistas logradas por el pueblo, lo han hecho con la sangre de nuestra patria.
Luego del plan sistemático de represión y destrucción económica, política, social, cultural y simbólica, nos impusieron un sistema económico-social que nos desemboque en pobreza y endeudamiento. A 36 años de la última dictadura cívico-militar, la más sangrienta, siniestra y masiva, nuestro mayor desafío es reconstruir la felicidad del pueblo a través de Memoria, Verdad y Justicia.
El 2 de enero de 1833 llegó la fragata de guerra británica HMS Clio, al mando del capitán John James Onslow, quien comunicó al jefe argentino que iba a reafirmar la soberanía británica y retomar posesión de las islas en nombre del rey de Inglaterra. El capitán de la goleta Sarandí, José María Pinedo, no se consideró en condiciones de resistir y optó por embarcar a sus hombres y retornar a Argentina. Al día siguiente desembarcaron las fuerzas británicas, izaron su pabellón y arriaron el que había dejado Pinedo, tomando posesión de las Malvinas. Si de fechas hablamos no podemos olvidar los años 1806, 1807 y 1845.
Este 2 de abril se cumplen 30 años de la declaración de guerra de nuestros genocidas a los ingleses por Malvinas. Quienes comandaban la destrucción literal y simbólica de nuestra patria declararon la guerra con el objetivo de encontrar en la efervescencia pública un factor de poder para continuar con el “Proceso de Reorganización Nacional”. Este hecho ocurrido en aquél otoño de 1982 no puede ser visto como un acontecimiento aislado, sino en plena conexión con el contexto socio-histórico que vivía nuestra región.
El saldo conmocionante, negativo, cruel y siniestro aún hoy encuentra secuelas y consecuencias en los sobrevivientes, en las familias, en nuestra nación, en nuestros jóvenes; pero no obstante, de sus ruinas las banderas y las consignas acalladas, perseguidas, secuestradas, y asesinadas se fortalecen a través de Memoria, Verdad y Justicia.
Hoy a 30 años de aquél hecho, debemos seguir profundizando las luchas por justicia y reconocimiento de pleno derechos para nuestros ex combatientes, para sus familias, para nuestra patria tan vapuleada. Pero también es el momento de celebrar las conquistas logradas en materia de derechos humanos y unificar las exigencias de plena soberanía para nuestras Islas Malvinas.
Las razones económicas, geopolíticas y de política interna de las invasiones inglesas nos encuentran hoy en la disyuntiva de proseguir construyendo la verdadera liberación que nos permita completar aquella revolución inconclusa comenzada en 1810.
Necesitamos a través de las políticas de Estado en relación a la exigencia de soberanía de nuestras islas, pero también construyendo una agenda militante donde alcemos la voz de nuestro pueblo, derrocar la dependencia colonialista que nos ha castigado históricamente.

Este segundo centenario es el que estamos construyendo, con el sueño de una patria liberada con inclusión social, justicia social, soberanía e independencia, y con la utopía posible de una patria grande latinoamericana.
Como dice Paulo Freire No es en la resignación en la que nos afirmamos, sino en la rebeldía frente a las injusticias.”

*Este escrito fue subido con escritos de un grupo de blogueros de todo el pais. les dejo el link http://malvinas30aniversario.blogspot.com.ar

domingo, 25 de marzo de 2012

Las mujeres, su situación social en Argentina y el Proyecto Nacional y Popular.


Por Lucy Grimalt. Feminista. Integrante de: Multisectorial Todas Con Cristina; La Campaña Nacional por el Derecho al Aborto Legal, Seguro y Gratuito; Asoc. Civil Red de Alerta contra el Abuso Sexual Infantil y la Trata de Personas. Fundadora del Foro por los Derechos de la Mujeres. Ex Dip. Provincial Entre Ríos.

Para el movimiento de mujeres en Argentina, con la recuperación de la Democracia en el año 1983 comienza a haber condiciones objetivas para plantear la situación social y política de las mujeres con respeto al modelo familiar, social, económico y político imperante, en un occidente patriarcal.

Antes, durante todo el siglo XX se habían sucedido diferentes luchas reinvidicativas encabezadas por mujeres que rompían el molde de lo establecido, y por ese motivo fueron fuertemente sancionadas socialmente. En 1916, con la aplicación de la Ley Sáenz Peña, que deja a fuera a las mujeres del voto universal, el feminismo entiende el punto de inflexión y se intensificaron las acciones públicas: Alicia Moreau de Justo lidera desde 1918 la Unión Feminista Internacional y Carolina Muzzilli fue la primera mujer socialista que participa en los sindicatos. Julieta Lanteri se presentó a votar a cuanta elección pudo y con este gesto marcó la presencia femenina en las mesas electorales para denunciar la falta de derechos. Carmela Horne de Burmeister fundó en 1932 la Asociación Argentina del Sufragio y en esa misma década llegó a tener 80 mil afiliadas. En 1934, ya se podía votar en el ámbito municipal y provincial, Ema Acosta, del Partido Demócrata de la provincia de San Juan, es la primera legisladora argentina y de América Latina (1)

Esta lucha alcanza su punto máximo, en el momento que en el país gobierna el peronismo -1946/1955-, expresión política de los intereses de las mayorías populares. Es en la figura de Eva Peron que se resume esa intensa lucha por los derechos políticos de las mujeres, en su mensaje radial de 1947 convocando a las mujeres a luchar por los derechos cívicos, y el 23 de septiembre del mismo año con la promulgación de la famosa Ley 13.010 que obliga a las personas de sexo femenino a votar y les da derecho a que sean votadas.

La resistencia de las mujeres a la última dictadura militar 1976-1983, revela con toda su luz y ejemplo para la humanidad y la posterioridad, de lo que son capaces las mujeres organizadas en búsqueda de la verdad y la justicia. La lucha de Madres y Abuelas de Plaza de Mayo, es un antes y un después para la sociedad toda. Es la demostración de la fuerza de la convicción de un colectivo humano, que lucha por todos los derechos humanos de la sociedad en su conjunto.

A partir del año 1983, el movimiento social de mujeres se dá una organización espontánea, sin grandes liderazgo, pero que transversaliza todos los sectores sociales, políticos y económicos. Los cuestionamientos y reclamos por las discriminaciones y falta de oportunidades que sufrían las mujeres, deja de ser solo una expresión de mujeres académicas o profesionales de la clase media. Las mujeres pobres, comienzan a liderar agrupamientos que plantean la desigualdad para acceder a los anticonceptivos y la violencia domestica. En 1985, con el 1º Encuentro Nacional de Mujeres, se inicia un largo camino de lucha y visibilizacion del rol desigual e injusto impuesto a las mujeres, las discriminaciones y violencias sufridas, la negación de derechos humanos básicos. La década maldita de 1990, fue de fortalecimiento del movimiento de mujeres en su lucha, algunos sectores sindicales y políticos reconocen la problemática específica. Pero, las políticas neoliberales que aplicó el menemismo apoyado por la derecha argentina, siendo la jerarquía de la iglesia católica una de las corporaciones más beneficiada; impacto trágicamente entre los mas vulnerables, los que tenían menos derechos, entre esos sectores, LAS MUJERES. La vida de las mujeres se hizo mas sufriente, mas dura por la falta de trabajo que alteró gravemente las relaciones interpersonales al interior de las familias, la educación que antes igualaba oportunidades con los varones ahora decaía en calidad, el problema habitacional se agravó resultando los hogares, refugios sobrepoblados de las nuevas familias que conformaban los hijos que no tenían donde vivir; no había políticas de salud reproductiva para las mas pobres; el embarazo adolescente comenzó a visualizarse como una consecuencia de la falta de proyectos de vida de las y los jóvenes sin oportunidades educativas ni laborales; las violencias en las relaciones de genero se impone en la agenda publica pero el estado no da ninguna respuesta; los crímenes como el de Maria Soledad en Catamarca o los de gatillo fácil encuentra en las movilizaciones encabezadas por mujeres otra forma de denuncia y resistencia –“las marchas de silencio”-.

Es partir del año 2003 cuando comienza a gobernar el Kirchnerismo desde la perspectiva de los derechos humanos, que la situación de las mujeres opera un fuerte cambio estructural. La gestión del Ministro de Salud de la Nación Dr. Gines González García en el gobierno del Pte. Néstor Kirchner es un antes y un después en materia de derechos sexuales y reproductivos en Argentina. La ley existía desde el año 2002, producto de la constante y persistente lucha de las mujeres que logro que el Congreso de la Nación reconociera los derechos en materia de salud reproductiva, pero era necesario la decisión política de que ese derecho efectivamente se cumpliera y llegara a todas las personas que viven en Argentina; a través de diversas medidas como la creación del programa nacional de salud sexual y procreación responsable, de la asistencia de nación distribuyendo anticonceptivos de manera gratuita a todas las provincia. De esta manera se hizo efectivo un derecho, que marcó un cambio cultural en la sociedad argentina inigualable, que siguió en ese sentido con la ley y todas las disposiciones sanitarias para la contracepción quirúrgica – Ligadura de trompas y vasectomía – siempre garantizando la gratuidad en los hospitales públicos del país.

La brecha laboral con los varones, se empezó a reducir en término de oportunidades laborales en trabajos mejor remunerados y por fuera de los tradicionales del sector de servicio. En el gabinete nacional se dieron designaciones que significaron una reivindicación al reclamo feminista de igualdad de oportunidades en todas las actividades, en el Ministerio de Economía con Felisa Micelli o en Defensa con Nilda Garré, fueron también una muestra del cambio de época. Hoy, la deuda sigue siendo la paridad de genero en el gabinete nacional.

Si bien ya existía la ley, solo un gobierno convencido del respeto a los derechos humanos instrumentaría el dispositivo necesario para que las trabajadoras domesticas, comenzaran a estar registradas y cubiertas por la seguridad social. Este sector laboral explotado y humillado a lo largo de la historia con la discriminación de género y clase más notable eran “las chinitas”. De 50.000 empleadas domestica se pasó a 350.000 registros en menos de cuatro años.

Las políticas de inclusión social, impactaron favorablemente en los sectores más desprotegidos, y LAS MUJERES, fueron las que experimentaron un cambio positivo en sus vidas. La existencia de trabajo contribuyó claramente a disminuir la carga familiar que significó en su punto más álgido durante la crisis del 2001 ser las grandes sostenedoras de la vida cotidiana como jefas de hogar o no para las estadísticas de entonces.

La batalla cultural por incorporar a la lectura de la realidad también la perspectiva de género, fue en este período clave. La ley de educación sexual integral del año 2006 y los esfuerzos de gobierno nacional para consensuar su implementación con las provincias, en su mayoría con un fuerte acerbo conservador por parte de casi toda su dirigencia política, empresarial, económica y religiosa; ha sido y es fundamental para establecer bases de dignidad para las mujeres a partir de remover prejuicios que establecen situaciones de privilegios en su detrimento.

En el Gobierno de Cristina Fernández, los objetivos de la lucha del feminismo se instalan definitivamente a partir de políticas de promoción de derechos y reconocimiento de que el tema de las violencias hacia las mujeres, no es solamente en el ámbito privado, sino que ocurre también en el ámbito publico. Se legisla y se instrumenta políticas para sancionar y prevenir las violencias en el ámbito doméstico, laboral, institucional, en salud, en los medios de comunicación. La trata de persona, y todo el negocio prostibulario y mafioso denunciado por décadas es hoy una urgente preocupación del estado y se está organizando todo un andamiaje de contención y asistencia nacional que realmente garantice protección a las victimas y perseguir este delito asociado a las drogas y connivencia con el poder de turno.

En este período se puede observar que tanto la Asignación Universal por Hijo, como el apoyo financiero a la educación asegurando medios técnicos e infraestructura a lo largo y ancho del país, las medidas para religar la vida familiar y comunitaria con la construcción de espacio barriales denominados Salones de Usos Múltiples y los CIC, entre muchas medidas han beneficiado a las mujeres en término de autonomía.

Pero sin duda la ley de matrimonio igualitario impulsado desde las organizaciones del Movimiento LTGyB, refleja mejor que nada la atención de un gobierno con los reclamos genuinos y justos. Esa perfecta articulación entre pueblo y gobierno popular es la que garantiza cambios en una estructura injusta y reaccionaria.

Pero las mujeres siguen siendo discriminadas, no es lo mismo la apropiación de derechos de la mujer blanca, de clase media y con estudios universitarios completos viviendo en las grandes capitales, que la mujer criolla de clase media baja o pobre, sin estudios secundarios completos viviendo en regiones económicamente desfavorecidas. Los ya 26 Encuentros Nacionales de Mujeres nos muestran esa realidad, remover y lograr la equidad familiar, social, política y económica no se consigue en 8 años. Este gobierno nacional y popular, y los partidos políticos y agrupaciones internas que lo componen siguen atravesados por el machismo que emana del patriarcado. Muchas reacciones y violaciones a los derechos de las mujeres parte de allí, cuando un Ministro de Salud de provincia ante una violación a una niña de once años exclama “la naturaleza es sabia”, u otro ministro en otra provincia ante una situación similar opina que “las mujeres se embarazan para cobrar la asignación”, muestra la necesidad del debate profundo y sincero acerca que el cambio hacia una sociedad democrática con inclusión social necesariamente debe incorporar a las mujeres con su problemática.

Talvez, el fuerte reclamo por el DERECHO A DECIDIR SOBRE EL PROPIO CUERPO, sea la expresión más dura y difícil de un derecho que hay que garantizar, para que no haya ninguna mujer muerta más por abortos clandestinos. Ese debate, enfrenta al mismo proyecto nacional y popular con sus propias contradicciones. Pero lo más importante es que este gobierno brinda las condiciones objetivas para el debate democrático y profundo en la sociedad y en el congreso.

Si Néstor Kirchner no hubiera garantizado una Corte Suprema democrática, digna y justa, hoy no tendríamos un fallo ejemplar referidos a los abortos no punibles, que dejan fuera de la legalidad a los conservadores y a las corporaciones.

Por eso, las mujeres experimentamos hoy una mejoría en nuestras vidas como nunca, no solo que hay en Argentina menos, pero muchas menos mujeres pobres, también las mujeres estamos mas reconocidas al garantizarnos derechos humanos básicos como el anticonceptivo de emergencia, o que la propia Presidenta de la Nación señale que las mujeres sufrimos violencias solo por el hecho de ser mujeres.

Entonces, hoy las y los que somos militantes de este proyecto nacional y popular y que también actuamos en el movimiento social de mujeres tenemos el deber de profundizar la construcción de políticas de genero, y en particular de seguir bregando por una ley que legalice la interrupción voluntaria del embarazo en Argentina.

Ese día cuando se concrete, habremos logrado más libertad, más autonomía, mas justicia, más derechos. Y seguramente, parafraseando a la juventud de los años 70, si Evita viviera lucharía por el aborto legal, seguro y gratuito.

(1) Suplemento “LAS 12” 11 de junio 2004 – Diario Página 12

jueves, 15 de marzo de 2012

Entrevista a Viviana Poggio: "Hace algunos años volví a aparecer de nuevo."

 Por Mariano Osuna.
 
¿Cómo se vive la política en tu familia durante tu crecimiento? ¿Y cómo se compone la estructura familiar? 
Tengo dos instancias de recuerdos (los que viví y los que me contaron), porque en realidad hay un hito que es la separación de mis viejos (Horacio Poggio y Raquel Camilión).
Soy nacida en una cuna sumamente política, donde mi viejo,trabajaba en Renault, militaba día a día y era un dirigente dentro de la fabrica. No lo tengo como recuerdo presente, sino es el relato porque no tengo mi propia memoria en esa época. Me contaron que mis viejos se fueron a córdoba por lo que significaba como foco político de la época. Hay una figura muy fuerte en ese momento que es mi tío, el hermano de mi mama, un cuadro político según me contaron muy interesante que es el chacho Camilion. Ellos eran muy amigos y militaron juntos en el Malena
Mi mama era el nexo entre esos dos cuadros, atraídos por lo que significaba córdoba políticamente en esa época. Estamos hablando del año 62. Con la separación de mis viejos en el 67 se distancian mi papá y mi tío.. La separación diferencia la manera en que mis viejos siguen vinculados a la política, mientras mi madre fue dejando de a poco la militancia priorizando su familia, mi viejo sigue con una militancia activa. Mi tío Chacho también continúa activamente con la militancia, aunque con otra mirada, distinta a la de mi papá
Mi vieja arma pareja con Roberto, con quien construí el rol de padre-hija. Es con ellos con quienes construyo la cotidianeidad familiar,  tienen una hija (Verónica) y su vida política pasa a ser pasiva. Mientras, mi viejo arma su nueva familia con Angélica teniendo tres hijos (Carolina, Sebastián y Eleonora), y sigue siendo activo en la militancia política. Yo pasaba los fines de semana en su casa y siempre había reuniones, había una actividad política permanente.
Respecto a mi tío, tuvo varias entradas a la cárcel como preso político, para mi era hasta “normal” saber que el tío Chacho estaba preso. Cuando lo soltaban hacíamos una fiesta y brindábamos.
 A él lo mataron en el 77. Nunca pudimos enterrar su cuerpo pero tenemos la confirmación de su asesinato.
Yo tenía con la pareja Horacio-Angélica un vínculo cariñoso, pero no era mi cotidianeidad. Tal vez por eso, en la desaparición de mi viejo, mi vida se ve atravesada por ese hecho pero continua casi “normalmente”. Roberto y mi mama se esmeraron para lograr  que mi vida transite como si no hubiera pasado nada, Aunque mi mamá tenía muchos síntomas físicos, ataques de asma y depresiones.
 
¿Y cómo sigue la relación con tu padre Horacio Poggio?
Tuve diversas emociones respecto a mi papa. Mucho tiempo estuve enojada con él porque sentí que había priorizado una elección de vida que no tenía que ver con sus hijos. Yo pensaba que si nosotros hubiésemos sido prioridad en su vida hubiera dejado la militancia. Luego tuve una instancia tratando de entender de donde venía la cuestión, pero sin lograr entender como la militancia había atravesado su vida. Luego de a poco pude dar un giro y entender el momento histórico, su trascendencia personal respecto a la política, y ahí fui tomando otra postura respecto a su elección de vida. De a poco me fui reconciliando con la política, porque antes pensaba que culpa de ella mi viejo no estaba. Puse mi enojo en la política de manera errada. Hoy puedo entender que mi duelo tuvo y tiene diferentes etapas.
 
¿En que contexto se da la detención de tu viejo y como vivís esos momentos?
Él trabajaba como administrativo del sindicato de prensa en Córdoba. En julio del 76 fui a pasar unos días a su casa momento en el que ya había nacido Carolina, que tenía 7 años, Sebastián que tenía 3 años y faltaba un mes para que naciera Eleonora. Mi viejo el 23 de julio se fue a trabajar y nosotros quedamos en su casa. A la noche, cuando ya terminó el día, nos fuimos a dormir, y cerca de las 4.30 Angélica me despierta para decirme que mi papa no había vuelto y que ella se iba a buscarlo. Yo me quedé a cargo de los chicos. Angélica no volvió.
Cerca de las 10 de la mañana llega un amigo de mi papa (al que había visto en algunas reuniones) a buscarme. Él me dijo que iba a llevar a mi casa (de mi mamá) porque mi papá estaba preso. Me llevo desde la casa de mi papa hasta mi casa en silencio absoluto. En esa situación de total silencio me baja en mi casa y se va. Entonces entro, y mi mama y Roberto me preguntan porque vine tan temprano, y entre lágrimas les dije que mi papa estaba preso. Recuerdo haber ingresado al baño y mientras lloraba me secaba para que nadie se diera cuenta. Del tema no se hablo más.
Yo tenía en el imaginario que una persona que estaba presa se encontraba entre rejas, que en algún momento lo dejaban salir y festejábamos como pasaba con el tío Chacho. Entonces que mi viejo estuviera preso era para mí una cuestión de transición. Mi recuerdo respecto a mi vieja y Roberto es de mutismo, silencio absoluto.
A Angélica desde ese día que salió a buscar a mi viejo no la vi más. Cuando no lo encontró a mi viejo automáticamente no volvió a su casa. Preservó el embarazo y a sus hijos. A esa casa mucho tiempo después pude volver. Me enteré diez años después que mi viejo no estaba preso, que no iba  a salir, ni íbamos a festejar…
Todo ese mutismo, significó que yo entendiera con mis 11 años que el instrumento era el silencio, es decir que de eso no se hablaba.
A mis tres hermanos tampoco los volví a ver. Nos encontramos en Concepción del Uruguay tres años después, después se fueron a México. Angélica estaba allá.  Después de que se fueron, en el año 79 nos hemos visto tres veces con carolina, dos con Sebastián y una sola vez con Eleonora. Las chicas viven en Suecia y Sebastián en México. A Angélica la volví a ver en 2008, la única vez que vino a Argentina desde que se exilió en el 77.
 
¿Internamente como conviviste con la idea de no saber que pasaba con tu viejo?
Para el afuera me inventé que estaba en México, y en mi intimidad seguí con el mecanismo del silencio. Hoy mis amigas de córdoba me confiesan que por años no supieron que mi viejo estaba desaparecido.
Fui alumna ejemplar, trataba de no dar trabajo y que mi vida funcione de manera anónima, pasar desapercibida. De esa manera canalicé el dolor, fue como un canal de supervivencia.
Tuve una adolescencia atípica Y retraída, usando el silencio como mecanismo para resguardarme. Era una adolescente alejada del movimiento frívolo. No tenía militancia, análisis político, no tenia demasiada vida social. Esto fue una secuela de vivir un momento traumático en silencio. No encajaba en ningún grupo.
 
¿Qué efecto hizo en vos la relación binomio presencia-ausencia y la política?
No había pensado el binomio ausencia-presencia, pero indudablemente tenía que ver con el perder y encontrar, volver a perder y volver a encontrar. A mi viejo creía verlo en la calle siempre y lo buscaba en el diario, en la tele. Estaba segura que mi viejo estaba preso, que estaba vivo. No lo podía ver muerto, en mi recuerdo tenía 35 años, estaba sano, joven, entero. Esto se sustentaba en que estaba acostumbrada a ver a mi tío que entraba y salía de la cárcel, esa es la imagen que tenia. Esperaba que mi viejo también salga.
No me permití llorar por años, me coloqué como una coraza. Lo que nunca pude laburar es la idea de una perdida absoluta. Yo creo que realmente hacer el proceso de asimilar la desaparición  me llevó casi treinta años. No hice nunca un duelo completo, sino relativo. No era un duelo, sino un proceso de búsqueda
Con la política tenía una negación, pensaba que era la culpable de todo lo que le había pasado a mi viejo, y a los amigos de mi viejo, que también participaban en política.
La política, las marchas, las rondas de los jueves y la militancia de hijos me inmovilizaban, no tenia indiferencia ni rechazo pero no me animaba a acercarme.
 
¿Cómo se construye la relación con Luis (Garay, su marido) y cuanto tuvo que ver él en tu acercamiento a la política?
Yo Vivía en Córdoba, pero viajaba mucho a Entre Ríos, porque tenía mis abuelos Camilión en María Grande. Era un lugar tranquilo, seguro, anónimo para esa época, mientras que Córdoba era la permanente sensación de peligro, salías y no se sabía si volvías. Fue como normal para mí esta cuestión de desapego, se ve que había toda una cuestión de presencia-ausencia que atravesaba mi vida en todos los sentidos. En ese ir y venir lo conozco a Luis como amigo de mi prima. Empieza como un juego, una relación entre una nena de 14 años y un chico de 16. Él en María Grande y yo en Córdoba. Así nos empezábamos a ver. Él en un acto de valentía a veces iba hasta Córdoba a visitarme; digo valentía porque no tenia donde quedarse, no podía quedarse en mi casa. Tiene anécdotas graciosas de haber dormido en velatorios, en terminales, en pensiones de conocidos de sus amigos. Iba con un papelito firmado por su padre que decía que autorizaba que su hijo viaje a Córdoba. Para los milicos ese papelito no significaba nada, nosotros no teníamos la dimensión de lo que estaba pasando. Nuestra relación fue un crecer juntos en la distancia. Nos veíamos cuando se podía y como se podía. Fue algo lindo construido informalmente, con mucho compañerismo. En esa época no había celular, ni Facebook, ni nada. Teníamos una cabina telefónica que a veces se pinchaba y con una misma ficha hablábamos media hora.
La relación a distancia con Luis duró casi diez años. De a poco nuestra relación se fue puliendo, empecé a estudiar odontología. Luis transitaba su facultad. Él empieza a definirse políticamente. Yo avalaba lo que él hacia, me parecía valioso, pero yo no me animaba. Después de tanto tiempo de alejar la política de mi vida, Luis era lo más cercano a la política en mi vida.
En el medio tuvimos cortes de nunca mas volver a vernos, pero cuando nos encontrábamos nos olvidábamos de que habíamos cortado. Eran normales teniendo en cuenta la distancia y los caminos diferentes. En el año 87 ambos terminamos la facultad. Cuando él se recibe vine a acompañarlo y le dije que se terminaba todo. Hasta diciembre no nos hablamos, y cuando fui a rendir mi última materia, mi amiga lo llama y le cuenta. Él se va a Córdoba y me visita cuando rindo la última materia y nos olvidamos que no estábamos más juntos. Ahí decidimos, cada uno con su titulo, que teníamos que definir que hacíamos. Lo que definiéramos lo haríamos juntos. A los dos nos sale trabajo en María Grande, yo vivo con mi abuela y él con sus padres. Por primera vez tuvimos la experiencia en diez años  de vivir en la misma ciudad. Nos animamos a arrancar un proyecto de vida juntos. En enero del  89 nos casamos y nos fuimos a vivir juntos.
 
¿En que momento dejas de ver a la política como culpable?
Fue un proceso tranquilo, hace muy poco tiempo. Creo que el hecho político que me marcó y me hizo girar mi discurso respecto a la política fue cuando Néstor descolgó los cuadros. Ahí empecé a creer con la política y me reconcilie con ella.
 
¿Cómo empiezan a averiguar sobre las causas por delitos de lesa humanidad?
Luis comienza a averiguar y hace suya la causa. De a poco empiezo a tomar conciencia que era algo mucho más grande de lo que suponía. En esto tuvo que ver Luis, que comienza a participar de las marchas y tomar esta causa como la propia. Yo aun tenía vergüenza, porque creía que algo mi viejo había hecho algo malo. Recién en 1999 doy un giro respecto a mi visión de la política, respecto a mi viejo, respecto a mi vida en general. Nunca pude asumir que a mi viejo no lo voy a ver nunca más en mi vida. Aun no pude hacer el duelo. En lo objetivo sé que no esta vivo, pero en lo subjetivo no lo acepto. Todavía hoy veo gente en la calle de su edad y pienso como seria él.
 
¿Cuándo decidiste ir por primera vez a la marcha?
En 2004. Tenía ya mis hijos chicos. Hasta ese momento Luis los llevaba a las marchas, pero yo no iba.
Aunque la imagen de Néstor descolgando los cuadros fue el hecho político que me marcó, el acontecimiento que me hizo colocarme en una postura determinante fue el conflicto agropecuario del 2008. En cierta manera me habilitó a posicionarme en un lugar claramente cómodo. Yo sentía que ahí tenia que estar, no importaba con quien me tenía que pelear. Fue la primera vez que sentí eso en una situación política.
 
¿Que efecto tuvo ver a tus hijos militando o yendo a las marchas con Luis?
Lo que me atravesó la vida fueron esas dos presencias. La maternidad me conectó desde otro lugar. El solo hecho de tenerlos me posicionó desde otra óptica, ya como madre y no como hija.
Cuando en el 94 nace Felipe (hijo) comenzamos a construir nuestra familia, en el 96 nace Vicente,  tuve que seguir formando una historia, un álbum de fotos familiar, con tres abuelos.
Al principio  les decía a mis hijos que el abuelo era Roberto, pero  Vicente (hijo) hace a los 4 años  un planteo familiar que se transforma en una gran crisis: Fuimos a Concepción del Uruguay a visitar a los abuelos Poggio, Vicente empezó a preguntar respecto a que si esos no eran los padres de Roberto entonces que estaba pasando. Le dijimos que el abuelo Horacio estaba muerto, que lo habían matado los militares (creo esa fue la primera vez que lo pude decir). Mi hijo vino llorando y preguntando por su abuelo Horacio en todo el viaje desde Concepción hasta Paraná. Preguntaba donde estaba, quien lo había asesinado, que había hecho yo para que eso no pase. Ahí me di cuenta que tenia que darles una respuesta a mis hijos que no me animaba, que no podía.
En el caso de Felipe, él tenia claro quien era quien, te armaba el árbol genealógico, era más racional, pero no preguntaba. A Vicente no le importaba entender demasiado, el tenia un profundo dolor, era más pasional.
Cuando Luis fue candidato a senador, fue como volver a ver la historia repetirse, era lo mismo que viví en otro momento: El padre priorizando su elección de vida en la militancia y descuidando sus hijos. Fue una crisis importante, decidí empezar terapia porque me di cuenta que tenia que resolver este tema.
Yo siento que durante mucho tiempo desaparecí. Así como en la dictadura desaparecieron tantos, yo también desaparecí de alguna manera. Me construí otra historia, una vida, tome el silencio como mecanismo para sobrevivir. Solo hace algunos años volví a aparecer de nuevo.
 
¿Cómo llega H.I.J.O.S. a tu vida?
Con la terapia comencé a hacer una ruptura de cascaras. Al principio no era mi interés ingresar  a H.I.J.O.S porque sentía que generacionalmente no calzaba.  En el 2003 una amiga me invita a viajar a Córdoba para buscar un relato que tenga que ver con la historia de mi papá que no sea el de mi mamá. Dije que si y nos fuimos a Córdoba. Fuimos al sindicato de prensa y ella con una impronta de periodista empieza a buscar información. Ahí comienza una especie de reconstrucción y nos dicen que hablemos con una señora llamada Estela que supuestamente estaba con mi papa en el momento de la detención. Fuimos a su lugar de trabajo y cuando abrió la puerta se le llenaron los ojos de lágrimas y me dijo que era igual a mi viejo. Me conto muchas cosas que no sabia de él. Me cuenta que a ella y  a mi viejo los habían mandado a buscar recibos de sueldos a otro lado. Cuando volvieron tenían la percepción que los seguían. Mi viejo subió a llevarle al interventor los recibos que le había pedido. En ese momento entran cuatro tipos, dos la agarraron a ella, y otros dos fueron a buscar a mi viejo. Los que bajaron dijeron que ella no era la compañera que estaban buscando (seguramente estaban buscando a Angélica).
 
¿Cómo recordás a tu viejo?
Tengo muy pocos recuerdos. Algunos cocinando, pintando muebles, coleccionando las etiquetas de los vinos, o que dormía mucho. Nos tirábamos en su cama y le saltábamos arriba y él no se despertaba. Recuerdo un viaje que hicimos juntos a rosario, donde vivía la familia de angélica. Ellos me llevaron, recuerdo que me enseño los colectivos eléctricos, me llevo al monumento de la bandera, y me había subido a sus hombros para que vea los fuegos artificiales. Una vez para un cumpleaños me pregunto que quería que le regale, y yo le dije un disco. Me trajo uno de cuarteto. Una vez me regalo una lapicera con cartucho de tinta. Aun sueño con encontrar su cuerpo, y estoy convencida de que va a aparecer. La idea de encontrarlo a mi viejo fue recordar esas pequeñas cosas que vivimos juntos, porque tuve una época en la que no recordaba nada.
 
¿Qué significo para vos la agilización de los juicios, ver los derechos humanos como política de estado y el momento donde Néstor descolgó los cuadros?
Cuando pasaron esas cosas sentí el aval de que podía conectarme afectivamente con eso. Fue el permiso de poder acercarme a cosas que antes no me había permitido por aquel mismo mecanismo interno de supervivencia que había construido. Yo tuve que romper el personaje que me había construido, incluso con mi profesión,  empezar a sentir que tenía que involucrarme con todo esto. Sin aquel proceso terapéutico que hice nunca hubiese podido dar ese giro. En el caso de Néstor, él no pasó como uno más. Porque apareció en un momento donde yo estaba haciendo ese proceso de cambio, entonces fui acompañando mi proceso personal por primera vez con lo que pasaba en el país. Comencé a sentir que lo que iba pasando me pasaba también. Su muerte fue una de las tantas pérdidas más. En su discurso había encontrado un recuerdo de la esencia de aquello que mi construcción de personaje había dejado oculto, es decir encontraba en él cosas de la militancia de mi viejo y de mi tío. Había cosas que Néstor decía que yo sentía que las había escuchado antes. Ahí me di cuenta que hay cosas que nunca se pueden olvidar. Por eso digo que aparecí, porque cuando empiezo a dejar el personaje y la omisión, y me muestro en esencia, voy encontrando un compartir en el discurso, en la militancia, en la música que se escuchaba. Vuelven los recuerdos….
 
¿Qué significaría para vos profundizar el modelo?
A mi me vuelve el miedo cuando hablo de esto. A mi me parece que la profundización necesariamente trae la reacción, no me es indiferente. Uno nunca sabe cual es la magnitud de la reacción, pero aquella sombra se me presenta cada vez que se habla de profundizar el modelo. No me puedo sacar el miedo, y trato de que mis hijos no perciban eso. Porque sé que ellos lo saben y no les importa, no tienen miedo, y eso me enorgullece pero me da miedo.
 

Noticias de Ayer

 Por Pablo Bassi

A principios de julio de 1973, el entonces presidente de la Cámara de Senadores, Alejandro Díaz Bialet, fue imprevistamente encomendado a las comisiones preliminares de la IV Conferencia  de Países No Alineados en Argelia. En la noche del 13, la Asamblea Legislativa, acompañada de una gran presencia gremial, aceptó las renuncias del presidente Héctor Cámpora y su vicepresidente, Vicente Solano Lima. Ante la ausencia de Bialet, todavía en el exterior, fue designadomandatario el presidente de la Cámara de Diaputados y yerno de José López Rega, Raúl lastiri, que de inmediato convocó a elecciones presidenciales para septiembre.
Montoneros Expresó júbilo por el llamado a las urnas que consagraría a Perón en el sillón de Rivadavia. Pero internamente, la organización se manifestaba preocupada a partir  de los desplazamientos de los ministros, Esteban Righi y Juan Puig, ambos vinculados con la Juventud Peronista.
Decidió pues, impulsar una táctica más en su estrategia política. Frente a la previsión de una progresiva derechización del gobierno, las direcciones plantearon lanzar un diario comercial dirigido a las masas que reuniera a los periodistas más distinguidos del país. Fue así como, el 20 de Noviembre de 1973, salió el primer número de Noticias, sobre todo lo que pasa en el mundo.
En su inicio, el diario trazó una línea editorial peronista amplia, pero que al compás del avance de los sectores conservadores en el gobierno, fue plasmando cada vez con mayor fuerza el discurso de Montoneros. Su objetivo político estaba destinado, principalmente al movimiento obrero, y luego, a la pequeña y mediana burguesía, los jóvenes y los simpatizantes peronistas. Para ello, forjó una identidad muy cercana a sus principales competidores. De crónica adoptó las temáticas de interés popular y un despliegue visual que alcanzaba el 50% de las páginas. De la opinión incluyó la prosa parca, y elementos de interpretación y opinión que quedaban reducidos al editorial, los títulos y bajadas. Un estilo más cercano al gusto de las clases medias.
“Noticias” destacaba las luchas obreras y los sucesos en los barrios  populares. Priorizaba los temas de política nacional (que, en general, ocupaban la mayor parte de la portada),  gremiales, de información general, policiales, universitarias, económicas, culturales, de espectáculos y entretenimientos, en  ese orden. Un espacio importante, también alcanzaban las novedades deportivas.
Pese a los diversos instrumentos gráficos empleados, nunca fue el más vendido en los barrios donde habitaban las clases populares. A pesar de ello, logró una tirada de hasta 150 mil ejemplares en el centro y norte de la ciudad. Un promedio de ventas de cien mil unidades. Un poder de influencia en 400 mil personas, de acuerdo con la costumbre de la época, cuando un ejemplar circulaba diariamente por diversas manos
¿Quiénes conformaron Noticias?
El organigrama de Noticias era un lujo. Lo dirigía MIGUEL BONASSO. Como jefe  de redacción estaba el poeta JUAN GELMAN, a quien se lee anticipó que su puesto era formalmente individual, pero colectivo en su funcionamiento. Otro poeta, FRANCISCO PACO URONDO, fue asignado responsable político, organizativo, y secretario de redacción (luego reemplazado por Norberto Habbeger). Editaba informaciones generales y policiales el ya reconocido RODoLFO WALSH. Conducía la sección de política nacional el joven HORACIO VERBITSKY. Todos a su vez conformaban el consejo editorial. Dentro de la planta existían otros periodistas, algunos cercanos a la Unión de Estudiantes Secundarios (UES), otros a la Juventud Universitaria Peronista y la JP.
La redacción estaba ubicada en la calle Piedras 735 y fue objeto de innumerables denuncias telefónicas, allanamientos y atentados frustrados. El temor a las represalias fue uno de los argumentos que sostuvierons algunas imprentas para no trabajar con Noticias. A diferencia de otros medios ligados con estructuras políticas, Montoneros creó la empresa administradora Hoy SA, dirigida por Gregorio Levenson, miembro de las Fuerzas Armadas Revolucionarias (FAR). Su principal fuente de financiamiento provenía de la organización.
Era usual la firma de algunos dirigentes en notas de opinión. Los más constantes  fueron Mario Firmenich y Roberto Quieto, integrantes del Consejo Superior y la conducción nacional del movimiento.
En enero de 1974, ocho diputados nacionales de la JP renunciaron a sus bancas, en disconformidad con la regresiva reforma penal que el justicialismo impulsaba desde la Cámara. Tres meses después, desde el balcón de Casa Rosada, Perón le recriminó ser estúpida e imberbe a la izquierda peronista que colmaba la mitad de Plaza de Mayo.
En este marco, Montoneros discutía su pase a la clandestinidad, a partir de considerar irreversible la derechización del gobierno que, cada vez más, se recostaba en su ala conservadora. Mientras tanto Noticias agudiza su línea editorial y reflejaba, explícitamente, el enfrentamiento político existente, así como la estrategia militar de su enemigo.
Finalmente, el 27 de agosto el diario fue clausurado. Muerto Perón, la ruptura con el gobierno resultó definitiva. Grupos parapoliciales comenzaron a hostigar a sangre y fuego al movimiento. En declaraciones posteriores, Bonasso entendió el acto de censura como consecuencia de la publicación de un acuerdo comercial ilegal entre el Ejército y la empresa italiana Montedison. Tal podría haber sido, en verdad, el motivo. De lo contrario, hubiesen encontrado otro.
 
Fuente: Caras y Caretas.

sábado, 10 de marzo de 2012

Ángela Urondo: “Por primera vez el Estado me está devolviendo algo”

Por Victoria Ginzberg
Cuando era chica, le dijeron que sus padres habían muerto en un accidente de auto. Por cuentagotas, se fue enterando de la verdad. Angela Urondo, hija de Paco y Alicia Raboy, habla aquí de la reconstrucción de su identidad y del descubrimiento de su condición de niña secuestrada.
Tenía 16 o 17 años. Iba en el auto con su madre adoptiva. Salían del Club Náutico Bouchard, por Libertador, a la altura de la Escuela de Mecánica de la Armada. La mujer, que manejaba, soltó un insulto dirigido a un militar. Angela preguntó por qué. “¿Cómo por qué? ¿Vos me preguntás por qué? Si los militares mataron a tus papás.” Angela se quedó helada, en shock, se le caían las lágrimas. En Vicente López la mujer volvió a hablar: “Pero si vos sabías... te lo dije muchas veces”. Pero no. “A tus papás los mataron los militares, cómo no los puteás”, es el primer registro de Angela sobre lo que a partir de ahí y de a poco comenzó a reconstruir como su propia historia. “Pero entonces... ¿y el accidente de auto?”, se quedó pensando. Angela Urondo no vota, dice Angela Urondo. Angela Urondo no tiene un documento que diga Angela Urondo. Pero Angela Urondo existe. Y cómo. Dibuja, escribe, es esposa, madre de dos niños pequeños e impulsa varios juicios. El que acaba de terminar en Mendoza en el que se juzgó el asesinato de su padre y la desaparición de su madre, los procesos contra los funcionarios judiciales que hicieron todo lo posible para evitar que ese juicio se concretara y otro más, para recuperar su nombre, el nombre de sus padres en la partida de nacimiento y acabar con lo único que todavía la une a su familia adoptiva: los papeles, el DNI.
Angela Urondo es hija de Francisco “Paco” Urondo y Alicia Raboy. Pero a ella no le fue tan fácil saberlo. El 17 de junio de 1976, en Guaymallén, Mendoza, el auto en el que viajaban los tres junto a René Ahualli fue
interceptado y atacado a balazos. Urondo, poeta, periodista y desde hacía unas semanas responsable de la regional Cuyo de Montoneros, les dijo a las mujeres que había tomado la pastilla de cianuro para que ellas se fueran, se escaparan. No era cierto. Lo asesinaron a los golpes, con un culatazo en la cabeza. Raboy fue secuestrada y llevada al D2, el centro clandestino más grande de la provincia. Hasta hoy sigue desaparecida. “La Turca” Ahuali fue herida pero logró escapar. Angela tenía once meses. Fue encontrada por su familia veinte días después en la Casa Cuna. Antes, pasó también por el D2.
“Sé que estuve en el D2 y sé que estuve en la Casa Cuna, porque los recuerdo. Cumplí un año estando ahí. Siempre tuve sueños recurrentes y de grande me di cuenta que podían responder a estos lugares. Había como un jardín de infantes, como edificios con pabellones que se continuaban, habitaciones oscuras con niños, mirillas que se abrían en las puertas o ventanas angostas... Cuando me di cuenta, fui a Mendoza a buscar los lugares y los encontré. Soñaba con unas ventanitas angostas y largas por encima de la altura de la cabeza y eso está en la Casa Cuna. Hablé con unas señoras que trabajaban ahí desde aquella época y se acordaban de mí. Lo que no tengo es certeza de en qué momento fui trasladada del D2 a la Casa Cuna. Es muy impresionante porque yo dibujé esos lugares, hice cuadros, ensamblando tal vez dos o tres lugares, la perspectiva de una esquina, pero desglosando pedazos de arquitectura fui encontrando cosas muy particulares. Yo pensaba que del D2 me habían llevado enseguida a la Casa Cuna porque no sabrían qué hacer con los niños, pero durante el juicio escuché testimonios de otros sobrevivientes y hay muchos casos de chicos que pasaron por ahí y fueron llevados a la sala de torturas y tratados como si fuesen adultos. Fui tomando conciencia de mi propia situación y de que lo de los chicos fue sistemático. Se habla bastante de los niños apropiados, pero también hubo niños detenidos desaparecidos.”
Por el asesinato de Urondo, la desaparición de Raboy y delitos de lesa humanidad contra otras 22 víctimas del terrorismo de Estado, el jueves fueron condenados en Mendoza a prisión perpetua el ex comisario Juan Agustín Oyarzábal, el ex oficial inspector Eduardo Smaha Borzuk, el ex subcomisario Alberto Rodríguez Vázquez y el ex sargento Celustiano Lucero. El ex teniente Dardo Migno recibió doce años de prisión.
“Todos me preguntan cómo me siento después del juicio y siento alivio --dice Angela-- Pero también me pasa... hasta ahora el Estado siempre me había quitado: asesinó a mis padres, me quitó mi nombre y me quitó la posibilidad del resarcimiento porque había sido adoptada. Con el impulso del Ejecutivo, del Legislativo tuvimos este juicio. Y estamos trabajando en Mendoza para producir una limpieza en el Poder Judicial. Siento que el Estado me está devolviendo algo y eso de alguna forma desvictimiza. Si hubo dos crímenes, los asesinatos y las desapariciones y la impunidad, el primero no tiene forma de ser resuelto, el segundo sí, no por los 35 años que pasaron pero sí para el futuro”.
El viernes, Angela se durmió pensando en los represores condenados en ese juicio que duró casi un año. En que seguramente se estaban adaptando al frío del pabellón, al olor de la cárcel, a los fideos moñito. Pero también en que tuvieron un proceso justo, con todas las garantías y que nadie los va a torturar ni violar y los van a cuidar si se enferman.


Los principios de Angela

El pelo largo y abundante, los ojos grandes, los rasgos definidos, los tatuajes. Angela Urondo no pasa desapercibida. Tiene, lo que se dice, presencia. También habla segura, tal vez porque la mayoría de sus palabras son producto de reflexiones anteriores. Escribe en un blog Pedacitos los relatos con los que fue re-armando su vida. Y en otro, Infancia y Dictadura, recopila anécdotas, sueños, momentos vividos por quienes fueron niños durante el terrorismo de Estado.

–¿Por dónde empezamos? –pregunta en la mesa de un bar del barrio del Abasto.
–¿Por el principio?
–¿Y cuándo es el principio? ¿Cuando nací, cuando me enteré, cuando me secuestraron? Creo que es a los 20, cuando supe la verdad.

–¿Y antes cómo fue? ¿Cómo saliste de la Casa Cuna?
–La compañera de mis padres que sobrevive avisa a Montoneros y a mi familia. Después de muchas vueltas por distintas instituciones logran averiguar que yo estaba en la Casa Cuna y me van a buscar. Me retiran, sin papeles, porque ya era viernes a la noche y porque el juez de turno se había ido a su casa. Mi tía paterna, Beatriz Urondo y mi abuela materna, Teresita, fueron a la Casa Cuna con una foto mía y la que era la vicedirectora del lugar me entregó. Ella misma me lo contó. Le muestran a la vicedirectora una foto mía y ella les deja verme. Yo me les prendo al cuello y ella ya no se atreve a separarnos y firma un acta haciéndose responsable de entregar esa nena a esas personas. Después se arrepiente. Va a la casa del interventor del Consejo del Menor y la Familia a explicarle y a decirle que nos podían ir a buscar al hotel. La que tuvo más actitud de encontrar algo fue mi tía, de hecho me encontró a mí en la Casa Cuna y además encontró el cadáver de mi papá y logró recuperarlo de la Morgue Judicial y enterrarlo acá en Buenos Aires. Le propuso a mi abuela ir a buscar a mi mamá y mi abuela tuvo mucho miedo. Creo que mi abuela pensaba que ella estaba muerta, pero ahora yo tengo mis dudas. Mi abuela le promete a mi tía que me iban a criar juntas pero en algún momento entre julio y diciembre cambia de opinión.

¿Y con quién te quedaste?
Mi abuela hizo algunas reuniones con sus hijos y la parte materna de la familia para decidir qué iban a hacer conmigo. Sentía que no podía hacerse cargo de mí, tenía leucemia y murió unos años después. Sentía que al quedarme con ella iba a sufrir una nueva pérdida. Por otro lado, mi hermana (Claudia, la hija mayor de Urondo, desaparecida en diciembre de 1976) reclamaba mi tenencia porque lo había hablado con mi papá, que si a alguno de los dos les pasaba algo, el otro se hacía cargo de los chicos. Ella ya tenía hijos. En el momento que mi hermana va a reclamar, mi abuela se escapa de esa situación. En diciembre, mi hermana desaparece y a mí me entregan a quienes mi familia materna decide que van a ser mis padres. Mi madre adoptiva era prima de mi madre biológica. Mis abuelas materna y adoptiva eran hermanas y muy cercanas. Vivían en la misma cuadra, en dos edificios que daban espalda con espalda y compartían el teléfono con el cable.

–Pero hubo una decisión de ocultarte tu historia....
–El marido de la prima de mi madre era un hombre que necesitaba tener un control absoluto sobre las cosas. Ellos estaban queriendo tener hijos hacía varios años (después tuvieron) y la situación que se dio no era lo que querían, pero era lo que más se acercaba a la posibilidad de tener hijos. El plantea que si va a ser el padre, va a ser el padre, todo el resto desaparece bajo la faz de la tierra. Ahí se termina de decidir la separación de mi familia, que era una familia muy expuesta, por el apellido, porque era muy politizada, pero era mi familia, era lo que me correspondía a mí.

–¿Y qué te dijeron?
–Siempre supe que era adoptada, pero no era algo que nadie mantuviera presente. Cuando tenía tres o cuatro años, jugando con mi prima detrás de una cortina, ella me dice “¿vos te acordás de tu otra mamá?”. En cuanto me lo dijo, me acordé. Mi padre adoptivo reprimió la situación. Preguntaba por qué alguien me estaba hablando de eso. Yo seguía teniendo contacto con mi abuela biológica, pero ella no me hablaba de su hija, ejercía su rol de abuela, lo compartía con su hermana, pero nadie hablaba de mi madre, nadie la recordaba, no había fotos de ella. En el único lugar donde yo la vi era en las fotos del casamiento de mis padres adoptivos, ella aparecía entre los invitados, era una carita requetechiquitita y estaba ahí porque era el casamiento de ellos. Fotos de mi mamá existían y no estaban ahí para mí. A mi padre lo quisieron correr por algunas razones y por otras razones a mi madre también la fueron omitiendo.

–¿Y de tu papá no decían nada de nada?
–No había lugar para preguntar. Yo no preguntaba. Fui a vivir con esa familia cuando todavía no sabía hablar y ellos nunca me enseñaron a hablar sobre este tema, a hacer preguntas sobre este tema, no me enseñaron palabras que pudieran abordar este tema. Y yo no preguntaba.

–¿Y tu mamá se había muerto porque...?
–En un accidente de auto en Mendoza. En el accidente había una figura paterna nebulosa, él también había muerto ahí, pero como si ellos no supieran nada de él. Yo me entero en etapas. Primero creía que era hija de una madre soltera, después había un padre nebuloso, después tenía un nombre, se llamaba Francisco y no me acordaba cómo era el apellido. Y así fuimos hasta los 17 años. Ellos me responsabilizan a mí porque no preguntaba, como si hubiesen estado dispuestos a contarme todo. Yo tenía sueños espantosos que hubieran tenido lógica y no podía ponerles palabras. Me despertaba espantada porque había soñado con un jardín de infantes y unas puertas que se abrían y no podía verbalizar nada. Ahora entiendo muchas cosas, para mí fue muy aliviador saber la verdad porque muchísimas cosas tuvieron sentido. Todavía estoy atando cabos, todo el tiempo.


Los Urondo

Después del día en que recibió aquel “cómo no puteás a los militares si mataron a tus papás”, Angela se fue enterando cosas por cuentagotas. Un poco más, cuando sus padres adoptivos se separaron. Algunos datos fueron apareciendo de a poco y ya no sabe cuándo los supo. “Tu papá escribía libros... de economía”. Y ella iba, sin suerte, a las librerías a buscar algo sin saber bien qué. Una vez alguien le dio una foto en blanco y negro y, otra vez, la fotocopia de un poema. Pero sabe el momento preciso en que fue consciente de que tenía otra familia. Su familia.
En 1994, cuando los familiares de desaparecidos empezaron a recibir las indemnizaciones, su familia materna organizó un cónclave “para discutir si correspondía invitar a Angelita a que charlemos si quiere ir a cobrar o no”. Decidieron que sí. Le preguntaron. Ella contestó que sí. “Era la primera vez que me invitaban a hacer algo como quien yo era”, invoca.
Así fue, con su madre adoptiva, a la Secretaría de Derechos Humanos. Las atendió una chica joven. Angela dijo:
–Vengo por la Ley 24.411.
–Bueno, ¿tus familiares quiénes son?, le preguntó la chica.
–Soy hija de Alicia Raboy y Francisco Urondo –cuenta que dijo y ahora agrega “que para mí no era nadie”.
A la chica en cuestión se le llenaron los ojos de lágrimas.
–¿Vos los conocías? ¿Eras amiga de ellos? –preguntó.
–A tu mamá no la conocía, a tu papá sí. Leí sus libros.
–Ah... yo no.
“Yo pensaba ‘qué le pasa a esta chica, si escribía libros de Economía, un embole’. Ella me miró como con compasión y estuvo a punto de regalarme un libro, yo le vi la intención. Pero estaba mi madre adoptiva al lado y se notó la situación.”
Cuando el trámite volvió a sus cauces burocráticos, le pidieron el documento y resultó que, como tenía una adopción plena, no estaba acreditada legalmente para acceder al beneficio. “Había perdido mi carácter de heredera y mi derecho a cobrar la indemnización, no así quienes fuesen herederos directos de mis padres. Entonces decimos que en el caso de mi mamá los herederos pasarían a ser sus hermanos, y como ellos de alguna manera me habían propuesto ir a cobrar, supuse que no iba a haber problema. Pero de mi papá no tenía ni idea. Ahí fue la primera vez que pensé en quiénes serían los herederos de mi papá, si tendría padres, hermanos, hijos. De mi papá no sé nada, digo. Hasta ese momento yo tenía registro que existía un padre, el nombre del padre, pero nunca jamás pensé en que había una familia alrededor de ese padre. Nos vamos y en el auto, mi madre adoptiva empieza a hablar, a decir todo lo que sabía y hasta ese momento había sostenido que no sabía. Me dice que bueno... que creería recordar que mi papá habría tenido unos hijos antes con otra esposa, con lo cual serían más grandes que yo mis hermanos. A mí se me puso la piel de gallina, no podía creer que tenía hermanos en el mundo y no los conocía, que existían personas en el mundo que eran mis hermanos y yo me los podía haber cruzado en el colectivo. Y ella seguía hablando y decía que no estaba segura de si esos hermanos míos habrían sobrevivido a la dictadura, que ella creía que mi hermana mayor... –y yo veía que tenía una hermana mujer y un hermano varón– había sido desaparecida por los militares también. Ella sabía un montón de cosas que me las estaba largando como una fresca total. En ese momento yo dije que los iba a buscar y que iba a llegar hasta las últimas consecuencias para obligar a esa familia a que me dé mi parte de la indemnización. A mí me acababan de dar permiso para ser hija de mis padres por la indemnización, así que yo me agarraba a eso. Ella me aclaró que mi hermana estaba muerta, que me encargue de buscar al hermano. Y a partir de ahí, un mes o dos meses después ya estaba en contacto con mi hermano, Javier”.

–Pero ¿cómo fue?
–La mujer de mi hermano trabajaba con una mujer que había sido amiga de mi mamá de la secundaria, que a la vez era conocida de una amiga de mi madre adoptiva... hubo un permiso de que todas esas puertas se abrieran. Los contactos existieron todo el tiempo. Todo el tiempo ellos conocían, sabían. Ahí descubrí que tenía familia.

–¿Y cómo fue el encuentro?
–Una semana después, de la secretaría me preguntaron si yo tenía interés en contactarlo, que había alguien que podía llegar a conocerlo. Yo tenía que dar el OK para que le pasasen el teléfono. Javier me había conocido cuando yo era chiquita. Se acordaba de mí. Tenía fotos mías de bebé. Lo llamé pensando en escuchar la voz y cortar, pero no le pude cortar. Cuando me preguntó dónde estaba me di cuenta de que él no sabía de verdad dónde estaba yo. Se vino a mi casa. Mi madre adoptiva estaba presente en ese primer encuentro. Yo no entendía por qué no me habían venido a buscar, pensé que había sido una elección de ellos. En ese momento, con mi madre adoptiva haciendo el cafecito, mi hermano me explicó como pudo que las cosas no habían sido tan así, que ellos no habían tenido posibilidad de encontrarme, que les habían cerrado todas las puertas, y de a poco yo empecé a darme cuanta de que había estado cautiva para esa gente y después me di cuenta que había sido lo mismo respecto de mí, que ellos habían estado aislados de mí.

–¿Y cuándo dijiste uy..., mi papá es Paco Urondo?
–Nunca fui muy cholula en ningún rubro. Nunca tuve ídolos.

–Bueno, pero hay algo que hace que, por ejemplo, la persona que te atendió en la Secretaria de Derechos Humanos se emocione.
–Capaz me di cuenta ese día. Me pasó un día que escuchando la radio había unos viejos leyendo unos poemas. Los viejos eran Juan Gelman y mi papá y yo lo supe recién cuando terminó el programa. Y fue muy shockeante haber estado escuchando su voz. Igual, cuando yo me reencontré con mi familia no había sido rescatada su figura pública como hoy, que es mucho más fácil acceder a su obra y a la memoria de su persona.

–¿Y cuándo fuiste entendiendo el compromiso político de tus padres?
–Sobre la marcha. Cuando me encuentro con mi hermano y le pregunto por qué no aparecieron en veinte años, para entender eso tuve que empezar a leer libros de historia. A la vez, mientras estudiaba la historia, me estudiaba a mí misma en otro contexto, me ponía en situación todo el tiempo. Sentía que un montón de cosas tenían lógica y que yo también tenía un rol social.

–¿Y ahora qué lectura hacés de ese compromiso?
–Uno como hijo de desaparecidos pasa por muchas etapas. Por etapas de enamoramiento y por tener a los padres como idealizados y por etapas de muchísimo enojo y durísimas críticas y cuestionamientos, por ejemplo de por qué se dio prioridad a los ideales y no a los hijos, como si no fueran lo mismo. Más de grande uno tiene a sus hijos y también entiende que la vida no es ajena a la paternidad. Me costó mucho encontrar y reconstruir cuál había sido la militancia y la vida de mi mamá. Mi papá escribía sus propias ideas, yo ya no necesitaba intermediarios, nadie que me contara como era. El me lo estaba contando todo el tiempo. El dejó obras que yo no puedo leer de manera abstracta, todo el tiempo creo que lo que escribió me lo escribió a mí en clave, porque todo tiene un sentido especial, aunque lo haya escrito muchos años antes de saber que lo iban a matar, él está dando un contexto a esa situación que después iba a ocurrir. Y a partir de que empiezo a tener acceso a todo esto empiezo a sentir la falta de mi mamá. Recién este año pude ir averiguando a raíz de una mujer que se contactó conmigo que había militado con ella, pude ir recuperando lo que fue la militancia de mi mamá entre el ’74 y el ’76. Por eso también el juicio me emocionó especialmente por mi madre.

–También hay una crítica tuya a la supuesta moral de las organizaciones armadas, porque a ellos se los cuestionó como pareja.
–Creo que mis padres fueron leales hasta último momento con la organización y la organización no les fue igualmente leal, por el hecho de que mi papá inicia una relación con mi mamá sin haberse separado de otra mujer. Ella se entera, se enoja y lo manda a enjuiciar. Y ella estaba a cargo de toda la rama femenina de Montoneros, era una mujer con mucho poder. A mi papá le hacen juicio revolucionario y se decide su traslado a Mendoza a pesar de que él había pedido que no lo mandaran a Mendoza o a Santa Fe porque eran lugares donde había vivido y lo podían reconocer. No era su deseo dar la vida, pero no se descomprometió de la situación. Creo que algún día después de que todos los genocidas estén presos y que esté claro que ellos son los genocidas, habría que hacer algún tipo de revisión, creo que nos deben alguna explicación sobre la desprotección.

–¿Qué te pasó cuando fuiste al juicio la primera vez?
–Todos me preguntaban qué te pasa con ver a estos hombres por primera vez y yo decía “no, yo a ellos ya los vi”. Es muy duro. Uno de ellos, Eduardo Smaha, se me quedó mirando a los ojos y nos mantuvimos la mirada por cinco minutos. Yo me acuerdo de él. No sé qué con él. Pero me acuerdo de esa cara. Me inquieta más lo que no me acuerdo que lo que sí me acuerdo.

–¿Cuál es tu situación con tu nombre?
–Todavía sigo en situación de adoptada, pero firmamos un acuerdo de desvinculación y espero que salga pronto.

–¿Con las condenas de esta semana cerrás una etapa?
–Desde que supe mi historia sentí que esto debía ocurrir. No podía entender cómo había impedimentos legales para que esto ocurriera, por qué no había habido justicia. No lo vivo como algo feliz. A veces la gente confunde y piensa que uno celebra. Para mí es muy triste tener que pasar por esto. Darte cuenta que pasaron un montón de chicos por salas de torturas, es horrible. Pero además de lo personal, siento que los juicios terminan con discusiones que se dan en la cola del banco, en la vereda, en el taxi, con gente que cree que tiene derecho a opinar que algo habrán hecho. Ahora todas esas discusiones se dirimen del otro lado del blíndex que nos separa del juez, en la sentencia. Falta mucho camino por recorrer. Hay muchos genocidas sueltos. A por ellos.

Fuente: Página 12