Por Rubén Castro
El modelo
educativo de un país responde siempre a un proyecto político y económico. Por
eso la educación puede ser un instrumento de dominación social o una
herramienta política de liberación. En nuestra patria así como hubo y hay
modelos económico-políticos en disputa, también estuvo y está en disputa el
modelo de educación.
Así para la
llamada generación del 80, desde un proyecto liberal, era fundamental
consolidar un estado reaccionario y al servicio de la oligarquía asociada al capitalismo británico en
expansión a través del modelo agroexportador. Por ello, el sistema educativo se
pensó con el doble objetivo de igualar y nivelar a la vez que diferenciar y
jerarquizar. Por un lado, se buscó “normalizar” y ordenar a la heterogénea
clase popular conformada por una gran masa de inmigrantes, nativos de pueblos
originarios y criollos, a través de la escuela primaria, para garantizar mano
de obra y construir al “ciudadano argentino”. Por otro lado, se buscó cualificar
y diferenciar a las capas dominantes garantizando que sólo éstas tengan acceso
a la educación secundaria y superior. En pocas palabras, se buscaba formar los
ciudadanos que harían posible el “progreso” de unos pocos contra la barbarie
popular.
Con el
proyecto popular de Perón y Evita a partir de 1946, se produjeron profundos
cambios estructurales en el modelo productivo. La principal actividad económica
pasó a ser la industria y el fortalecimiento del mercado interno. El eje fue
puesto en el trabajador y en su espacio de sociabilidad y organización
política: la fábrica. Esto también se reflejó en el sistema educativo, ya que
fue la primera vez que la educación estuvo en estrecha relación con el “mundo
del trabajo y del trabajador”: La educación formaba para el trabajo y
posibilitaba el ascenso social, mejores condiciones de trabajo y una más justa
distribución de la riqueza. El movimiento obrero se constituía así, como el
actor político más importante, en un momento en el que se consideraba a la
educación y el trabajo como derechos para todos. Procurando la extensión del
sistema educativo se crearon escuelas de tiempo parcial, escuelas-fábrica,
escuelas de capacitación obrera, escuelas móviles y la histórica Universidad
Obrera Nacional, en 1952. De esta manera la educación era pensada desde un
modelo integral, con el objetivo de formar un sujeto social trabajador,
participativo, crítico y solidario.
A partir de
las décadas del 60’ y 70’ las experiencias
latinoamericanas de avance popular se expresaron también en una nueva visión de la educación. La educación popular, ante todo, es
una lucha del pueblo organizándose por la inclusión y el cumplimiento de sus
derechos. En esos años las prácticas y programas fueron impulsados por los
gobiernos populares y llevados a cabo generalmente por militantes de las
organizaciones políticas (en Argentina, la JP , en Chile el MIR, en Nicaragua, el Ejército
Sandinista, etc.) con el importantísimo aporte del pedagogo brasileño Paulo
Freire.
Estas iniciativas, así como el modelo de educación integral fueron
violentamente interrumpidas por las dictaduras militares que vinieron a romper
la matriz productiva centrada en la industrialización. Las políticas
neoliberales, tuteladas
por el Banco Mundial y el FMI, que se
profundizaron en la década del ’90 (desregulación de la economía, liberación
del mercado, aumento de la deuda externa estatal, desindustrialización, flexibilización
laboral, desempleo, privatización de los servicios públicos, de la educación y
la salud, etc.) a la vez que nos sumían en la pobreza y la
desigualdad atacaron al sistema de educación público: la escuela debía formar
mano de obra barata para un mercado de trabajo que se achicaba a medida que se
“abría” la economía. Las principales medidas fueron la privatización y
descentralización De esta manera, la responsabilidad financiera fue transferida
a los estados provinciales o a organismos privados (empresas, ONG’s). La
educación ya no era concebida como un derecho sino como una mercancía a la cual
se accede según los recursos individuales; esta concepción va de la mano de la
ideología del proyecto neoliberal: el individualismo, ya que el objetivo era
formar un sujeto social competitivo, individualista, agudizando las diferencias
existentes.
Hoy la
educación forma parte, nuevamente, de un proyecto nacional y popular que aspira
a incluir a todas y todos: la AUH
es un claro ejemplo de ello, como así también las leyes de Educación Nacional,
Educación Técnica, la Ley
de Financiamiento Educativo, los Programas Conectar Igualdad, Encuentro, FinEs,
la creación de nuevas Universidades, etc .
Sin
embargo, todo esto no alcanza, porque al haber
tenido en nuestro país durante alrededor de treinta años, gobiernos
neoliberales, los niveles de desigualdad y exclusión que han quedado son
inmensos. Las medidas nombradas anteriormente, aplicadas en estos ocho años,
produjeron grandes avances para apalear los problemas que nos han dejado esos
gobiernos que respondían a las corporaciones; pero todavía tenemos mucho por
hacer para incluir a la gran cantidad de adultos, jóvenes y niños que no
ejercen su derecho a la educación. Es necesaria la participación organizada de
todo el pueblo para cambiar esta realidad injusta.
Por ello es vital reforzar las líneas de inclusión
a la escuela secundaria que impulsa desde el gobierno la compañera Cristina
Fernández de Kirchner y a la vez reclamar al estado (que por su estructura
resiste estos cambios y no cede fácilmente a las demandas populares) más
herramientas para nuestros jóvenes.
Nuestros mejores cuadros iniciaron su
militancia entre los 14 y los 16, años. Por ello nos parece imperioso habilitar el apoyo escolar y la
alfabetización para los estudiantes de la escuela secundaria, estas
herramientas además de restituir derecho en forma colectiva y solidaria ayudan
a la creación de centros de estudiantes y fortalecen su inserción popular. Situan la cuestión la organización, como parte del proceso de conocer, comprender
y transformar la sociedad en la que vivimos.
Solamente
la participación organizada de todo el pueblo, puede hacer grande a un país y
fuerte a un gobierno.
Hoy, cuando en toda Latinoamérica se
discute sobre el modelo de educación como derecho o como privilegio, nosotros
como jóvenes debemos partir de esta reivindicación presente y arraigada en
nuestro pueblo: la educación es un derecho de todas y todos y sólo puede
restituirse de manera colectiva.
Fuente: Movimiento Evita
Fuente: Movimiento Evita
3 comentarios:
La verdad que te felicito pocho! nos tenías abandonado! Muy buena la anécdota que contaste en tu muro de facebook! Muy buen escrito del Movimiento Evita.
Cariños!
Susana.
Hola Rubén.
Muy bueno tu artículo.
Una pregunta: vos sos el hermano de Hector que estudió en el Integral de Munro? Estamos haciendo un corto para participar del Programa Jóvenes y Memoria y estamos juntando testimonios.
Desde ya, muchas gracias.
Hola Miguel. Este blog no es de Rubén. Él estuvo en Paraná para la Jornada de Educación Popular organizada por el Movimiento Evita. Ese es todo nuestro contacto, y de ahí conocimos este documento que compartimos con nuestros lectores. Fuerte abrazo
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